Ese roce nuevamente en la piel,
la caricia que estremece tan solo con el sentir
su cercanía, su respirar, su aliento, su aroma impregnado de sensualidad.
Como el penetrar del sol en las hojas que le da su verdor,
su respirar, su especial precisar y dependencia.
Ese roce que entra, penetra, me invade
y me hace ser una y mil veces mujer ardiente
Vestida de rojo como sangre que hierve,
de azul suave de vuelo que te cubre
con la transparencia de las aguas que se corren desde sus nacientes
y que siempre aplacan tu sed insaciable.
El roce de tus labios, que me impregna del sabor de tus besos
Que me exponen al éxtasis deseado, humedecido, ardiente, penetrante
El roce de tus manos, discretas y suaves me llevan al límite de la pasión.
Y el roce de tus palabras murmuradas
sin decencia despierta la hembra famélica
a estremecer mil veces en tu cuerpo, entre tus brazos, en tu lecho.
la caricia que estremece tan solo con el sentir
su cercanía, su respirar, su aliento, su aroma impregnado de sensualidad.
Como el penetrar del sol en las hojas que le da su verdor,
su respirar, su especial precisar y dependencia.
Ese roce que entra, penetra, me invade
y me hace ser una y mil veces mujer ardiente
Vestida de rojo como sangre que hierve,
de azul suave de vuelo que te cubre
con la transparencia de las aguas que se corren desde sus nacientes
y que siempre aplacan tu sed insaciable.
El roce de tus labios, que me impregna del sabor de tus besos
Que me exponen al éxtasis deseado, humedecido, ardiente, penetrante
El roce de tus manos, discretas y suaves me llevan al límite de la pasión.
Y el roce de tus palabras murmuradas
sin decencia despierta la hembra famélica
a estremecer mil veces en tu cuerpo, entre tus brazos, en tu lecho.
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