Mientras tomas baño,
sentí la tentación de desprenderme del ropaje que me envolvía.
Entrar de pronto en la ducha,
abrazándote de espaldas,
ciñendo mi cuerpo al tuyo, dejarnos así en silencio,
mientras el agua tépia corre encerrándonos,
envolviéndonos con el vapor que de ella brota,
internándonos en una especie de neblina.
Donde es posible dibujar imágenes sugerentes en la baldosa.
Nuestras manos en caricias perniciosas,
sin más lujuria que el sentir nuestros cuerpos próximos,
juego de toques, bocas que irresistiblemente se atraen como el sol en su órbita.
Me tomas de mi cabellera larga que cubre mi espalda hasta la cintura,
y me cubres los senos con ella, para hacer de mí tu Mahituana,
esa diosa sensual, que como fruto tropical se hace apetecer,
aumentando la salivación.
Envuelta en tus manos, giro mi cuerpo
para sentir tu piel en mi espalda,
mis manos contra la pared haciendo de ella el neutro,
descargando en tierra toda esta energía circundante.
Mi espalda se curva al encuentro de tu hombría,
que seduzco y despierto con el ondular lento y pausado de mi cintura.
Sumergidos en el éxtasis,
dejamos la quietud del remanso del deseo
para saciar nuestros deseos voraces.
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