Ha comenzado la cuenta regresiva. En breve le estaremos diciendo adiós a otro año. Un año que ha estado signado por acontecimientos trágicos y que parece querer ser duro hasta el fin. Esta noche, cuando comiencen a sonar las campanadas, detengámonos a pensar por un instante en lo que esperamos para el ciclo que vendrá.
Ciclo tras ciclo en los últimos minutos y por cada uva masticada apresuradamente, nos formularemos una lista de objetivos y buenos propósitos. Nuevamente intentaremos cumplir con algunos anhelos postergados, cambiar aspectos de nuestra vida que necesitan renovarse desde hace tiempo. Entre las burbujas del cava veremos brillar nuestras ilusiones.
Pero quizás la partida de este año nos ayude a reflexionar sobre nuestros deseos. Puede que al echar un vistazo a los meses que estamos dejando atrás, nuestro corazón sepa apreciar las cosas que importan y nuestras peticiones no se centren en cuestiones materiales.
Esas cosas sencillas que solemos olvidar y que nos dejan mejor sabor que el caviar: encontrarnos con aquellas personas que hemos distanciado con buenos amigos que no vemos desde hace tiempo, escuchar con cariño y atención nuestros padres o abuelos, no esperemos sus ausencias para saber cuanto tiempo perdimos; estar más cerca de nuestros hijos, saludar a esa persona que solemos ignorar, recordar a nuestros cónyuges cuánto los amamos, tomarle el gusto a estar vivos. Y luchar por aquella promesa que en un momento fue nuestro sueño inmediato.
Abrir la puerta a alguien que ciertamente sienta la soledad será un dulce que substituye cualquier otro requintado postre, no dejes para después esa llamada que pretendías hacer, pero que puede esperar. Abracemos la esperanza de que el estreno de un nuevo ciclo nos ofrezca días hermosos. Feliz Año para todos
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