Distante del roce de la tenue luz de la luna
seduciendo el paso de las sombras en la noche
Despliegue como sabanas sobre el suelo gramíneo donde reposo mi sueño
Sin voz y sin aire, en un mar de plata que se abre desde el horizonte
No existe el vuelco de las horas de un tiempo que arrullo
en el manto del riachuelo, permitiendo que su rostro se refleje como espejo
Rugido de mar que aviva lo ya ausente en el tiempo,
en la remembranza se torna brasa
Ese deseo que el murmullo en forma de voz apenas murmura
En cada crepúsculo que se abre a su presencia luminosa
Es el misterio que encierra y hace que la fiera emerja seductora
Lluvia que zanja la tierra, cubriendo mi cuerpo de fango
Donde tus manos crean formas sobre mi piel
Miradas y caricias circunflejas en el ondear del mar de nuestros cuerpos
Entregados al reclamo de cantos de sirena en noches de ambrosías
Mientras hurgamos a procura de la savia del ciprés y amapolas
En el remanso dulce de la miel que destilan nuestros apetitos
Amaneciendo en cada despertar bajo el resplandor de la luna de plata
De corazones adormecidos entregados al preámbulo que no deja de aflorar
Mil figuras hechas con nuestros dorsos sobre la tierra embarrada
Cuando sin percatarnos nos cubrimos el cuerpo de barro
En plena entrega de lujuria y deseo.
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